Entender no es lo mismo que saber

Entender no es lo mismo que saber

Esta semana he querido trabajar con mis alumnos el hecho de que, entender cómo se realiza un problema, no es lo mismo que ser capaz de hacer dicho problema. Es cierto que, para llegar a poder resolverlo, es conditio sine qua non haberlo entendido previamente, pero no es suficiente; el salto entre entender y saber se consigue cuando se hace un ejercicio mayor de asimilación de los conceptos que se han entendido.

Esta diferencia ha sido ampliamente estudiada por muchos psicólogos, destacando la labor de la británica Dra. Rebecca Lawson que realizó un experimento en el que demostraba como, aunque la mayoría de las personas a las que se preguntaba creían saber cómo funcionaba una bicicleta, sólo un porcentaje muy bajo era capaz de hacer un esquema de una bicicleta que realmente funcionara, demostrando la teoría de que tener familiaridad con determinados objetos o hechos, usar un lenguaje voluminoso o haber visualizado una experiencia exitosa, aparecen con frecuencia como sustitutos de poseer, realmente, un conocimiento comprensivo.

Hagamos una prueba: ¿eres capaz de explicar, sin vaguedades, como funciona una cremallera?; ¿por qué al subir el cursor se cierran los dientes de ambos lados de la cremallera y al bajarlo se abren?

En 1851, el inventor estadounidense Elias Howe creó un prototipo con un parecido más que considerable con la cremallera actual, y que patentó con el nombre de “cierre para ropa automático y continuo”; sin embargo, sus problemas judiciales relacionados con otra de sus patentes (la de la máquina de coser) imposibilitaron la comercialización de esta primera “cremallera”.

Quod Erat Demostrandum.

Abrazos Luisferianos.