No recuerdo cómo era…

No recuerdo cómo era….

No puedo menos que sentir una tremenda decepción cuando, al intentar realizar un desarrollo lógico para resolver alguna cuestión, un alumno me dice «no recuerco como era….»

y entendedme bien, la decepción no es con el alumno (en absoluto), sino con el sistema educativo que le ha llevado hasta donde está ahora, que le ha enseñado a memorizar sin sentido, a aprenderse razonamientos al dedillo que luego olvida fácilmente… en fin, al sistema educativo que NO premia al que utiliza la lógica y la razón sino al que demuestra su mayor capacidad de retención de datos y fórmulas que luego le son inútiles. Y ¿cómo permite esto el sistema educativo? Valorando la calidad del docente por el número de aprobados. Por desgracia, esto lleva a que, en las pruebas de evaluación, se pida al alumno que repita, de forma prácticamente igual, el mismo ejercicio o problema que se ha realizado en clase… con lo que, lo más fácil para el mismo es aprenderlo de memoria y olvidarlo inmediatamente después para poder aprender el siguiente.

La noche antes del examen – Leonid Pasternak. 1895. Óleo sobre lienzo. Musée d’Orsay.
El lienzo muestra, con trazos impresionistas ( trazos suaves y bastante grandes ), la habitación de estudio de cuatro estudiantes de finales del siglo XIX. Es curioso comprobar como cada uno adopta una postura diferente para conseguir el mismo fin: estudiar la noche antes del examen.

Y así llegamos a que, cuando se le pide a un alumno que deduzca algo a partir de los conocimientos que va adquiriendo, te contesta que ese razonamiento que le estás pidiendo no se ha visto en clase y no ha podido aprenderlo…. sin entender que es él mismo el que tiene que construir, con lo que sabe, el razonamiento, y no aprenderlo de memoria una vez que se ha compartido en clase. El valor académico está en el proceso de deducción, y no en el resultado del mismo.

De esta manera, cuando un alumno me dice «no recuerdo como era…», mi respuesta siempre suele ser la misma: NO LO TIENES QUE RECORDAR!!!!; TIENES QUE PENSAR cómo puedes resolverlo a partir de lo que ya sabes, explorando, investigando, deduciendo, equivocándote… hasta que al final, tú solito, llegas a la respuesta.

Abrazos luisferianos.